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Y al despertar, el tapabocas seguía aquí

La evolución normativa regulatoria de los tapabocas indica que estos accesorios podrían acompañarnos por un buen rato más

Los tapabocas (o mascarillas como también se les conoce), no son artículos ajenos a nosotros. Se utilizan en escenarios industriales y de salud desde hace mucho tiempo.

Y aunque no es el caso de Colombia, en varios países asiaticos como China, Corea y Japón, era muy común antes de la actual pandemia del COVID19, ver personas en la calle usando tapabocas en caso de una simple gripa.

Pero a raiz de la situación actual, el uso del tapabocas es una de las principales medidas de las implementadas por el gobierno para el manejo de la pandemia, por lo cual se han desarrollado normas especiales asociadas con estos implementos.

Los tapabocas quirurgicos están regulatoriamente clasificados como dispositivos médicos y como tales, deben obtener un permiso de comercialización llamado registro sanitario, mediante el cual se presenta al INVIMA evidencia documental que demuestra que el producto es producido en instalaciones adecuadas y de tal manera que permite garantizar que cumple de manera adecuada con el uso indicado.

Esto viene de antes de la crisis sanitaria actual, pero gracias a la misma, el Ministerio de Salud emitió algunas normas y lineamientos relacionados con el uso de tapabocas (considerados dispositivos médicos o no) y del etiquetado de los mismos. Esto con el fin de que uso por parte de la población sea el adecuado para los fines de prevención de transmisión aerea viral.

El tapabocas es incomodo y su uso continuo puede ser molesto, pero para algunas personas es más que esto. Para personas con discapacidades auditivas que requieren de lectura de labios para comunicarse, el hecho de que todas las personas en espacios públicos usen tapabocas es realmente una barrera insuperable para su interacción social.

Para intentar mejorar esta situación, el Congreso de la República promulgó la Ley 2096 de 2021 mediante la cual se promueve el uso de tapabocas inclusivos. Se trata de tapabocas y otros elementos de protección facial transparentes, lo que permite que las personas con discapacidad auditiva que requieren lectura de labios, puedan entender a sus interlocutores.

Iniciativas como éstas nos demuestran que lo que en principio parecía ser una situación temporal y rápida podrá estar con nosotros más tiempo del esperado (y deseado). Las normas intentan entonces apoyar en el manejo de situaciones que para algunos son más duras que para otros.

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Karl Mutter, LL.M.
Socio
Bogotá